Misteriosa y cautivadora, la orquídea es una especie que ha sabido seducir a la humanidad y a la propia naturaleza.
En la antigüedad fue utilizada como un simbolo de estatus social. Durante el siglo XIX, en Gran Bretaña, las élites victorianas enviaban a sus sirvientes al Nuevo Mundo en busca de flora exótica y rara para ampliar sus colecciones botánicas. Así, muchas especies de orquídeas llegaron hasta Europa produciendo lo que se llamó el “orquidelirio”. Este fenómeno motivo el contrabando, la competencia e incluso la locura, ya que se cuenta que algunos nobles enviaron a quemar bosques para que nadie pudiera obtener las flores que ellos habían conseguido.
En la actualidad, esta atractiva flor ha tenido el poder para entrar en el cine y en la moda como icono de la sensualidad. Basta con recordar la famosa pelicula erótica Orquidea Salvaje, que posesionó a esta especie como símbolo de la pasión y el glamour. En moda, la empresa emblema de la definición cromática, Pantone, bautizo en el año 2014 como “orquidea radiante” a un tono intermedio entre el rosa y el morado. El color fue obtenido de la especie brasilera Catteya labiata, una de las más vendidas en el mercado. Desde aquel entonces, el mundo de la alta costura y la decoración no han podido resistirse a la belleza de este color.
Pero no sólo la humanidad se siente atraída por sus exuberantes flores, la orquídea es la “femme fatale” de la naturaleza. Charles Darwin se fascinó con esta especie al descubir que los miles de años de evolución les han permitido desarrollar un asombroso poder de seducción para mantener una alta tasa de reprodución. La clave de su éxito está en el desarrollo de una estructura floral llamada labelo. Esta porción de la flor atrae a los polinizadores, quienes pueden posarse cómodamente sobre el. Pero además, la flor es capaz de girar hasta en 180 grados antes de abrir, esta extraña cualidad les permite quedar completamente expuesta a los agentes de polinización para luego conquistarlos con su peculiar y apetecido néctar.
Se estima que en el mundo existen cerca de veinticinco mil especies diferentes, lo que la hace ser una de las plantas de con mayor diversidad de formas, colores y tamaños. Algunas especies pueden pesar varios cientos de kilos y alcanzar hasta treinta metros de longitud, en cambio otras pueden ser tan livianas y pequeñas como una moneda. Con ellas se ha conseguido crear más de sesenta mil cultivos híbridos, lo que les permite estar presente en casi todos los lugares del mundo, a excepción de los climas desérticos y polares. Gracias a esto, todos podemos hoy cultivar una orquídea y dejarnos envolver por su magia y magnetismo.
Algunos consejos:
- Gran parte de las especies que se encuentran en el mercado pertenecen a climas tropicales, por lo tanto, no soportan temperaturas por debajo de los cinco grados celsius. Es por esto que se recomienda que sean cultivadas en el interior.
- La mayoría de orquídeas necesitan mucha luz pero poco o nada de sol directo. La luz insuficiente provoca la falta de floración, poco crecimiento, tallos frágiles y hojas que amarillean hasta caerse.
- La alta humedad del ambiente es uno de los requisitos para la mantener la turgencia de sus hojas y la duración de sus flores. Es por esto que en climas secos se recomienda ubicar a las plantas en los lugares más húmedos de la casa, poner cerca de ellas alguna fuente de agua y rociar de vez en cuando su follaje.
- El sustrato en donde se plantan debe mantenerse siempre húmedo, nunca inundado pero jamás seco. Por eso es recomendable la utilización de turba, un elemento nutritivo capaz de absorber una gran cantidad de agua y mantenerla en su estructura.
- La mejor forma de nutrir a esta especie es a través de sus hojas, por eso se recomienda aplicar un abono foliar que se asperja sobre el follaje. Durante la floración es aconsejable aplicar también un producto que estimule la floración, así la cantidad y duración de las flores es mayor.
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