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Déjese sorprender

Actualizado: 4 jun 2018

La naturaleza es perfecta y la belleza está en saber apreciar esa cualidad en cualquier espacio.



¿Cómo imaginan su jardín? ¿Cuáles son sus plantas favoritas? Así empecé la conversación con mis nuevos clientes y a riesgo de parecer sentimental, debo confesar que junto a las preguntas me brillaron los ojos; ¡era el momento en que ellos me revelarían sus sueños! Pero eso no ocurrió, no porque no lograran expresarlos, sino más bien porque no los tenían. La conversación se tornó en un pliego de peticiones y requerimientos. “Queremos especies que no pierdan la hoja, que consuman poca agua, que ocupen poco espacio, que no invada el jardín, que no ensucien, que no se enfermen, que exijan poca mantención” y luego agregaron: “¿Qué nos recomiendas?”. ¡Un jardín de plástico! me dije a mi misma, pero a ellos les sonríe y me armé de paciencia para guiar la conversación hacia parajes más positivos.

Creo que la frase que más he recitado en mi trayectoria profesional es “tengan presente que estamos trabajando con organismos vivos”. La repito cada vez que las exigencias y expectativas de las personas suprimen, reprimen o ignoran lo que las plantas son capaces de dar, cuando a las especies no se les permite desarrollarse y mostrar lo que son, o bien, cuando a la belleza natural se le imponen cánones artificiales.

La planta perfecta no existe, oí decir una vez, y no puedo estar más en desacuerdo. La naturaleza es perfecta; bajo lo que uno ve hay todo un mundo invisible a nuestros ojos, miles de organismos que se relacionan, se ayudan y se potencian con una precisión asombrosa. Todo tiene una razón de ser; aquella flor vistosa que aparece tempranamente en primavera convoca a una serie de insectos benéficos, que gatillan el despertar de todos los organismos dormidos por el invierno. O bien la presencia de aquella planta oscura y leñosa que otorga acidez al suelo, justo la necesaria para que los nutrientes se vuelvan amables y gustosos para otras especies. Me refiero a eso conocido como ecosistema, un mundo en el que no solo nadie sobra, sino que todos son útiles, amables, cooperadores y necesarios.

Un jardín es un ecosistema vivo, un espacio lleno de individuos que producen, quizás sin conciencia de ello, una gran cantidad de emociones y sensaciones en nosotros. Este gran conjunto de cohabitantes es el principal componente de la belleza de un jardín, el gran atributo que debiéramos esperar de éste. La belleza se obtiene justamente de la diversidad de colores, texturas y aromas que somos capaces de percibir, por eso un jardín diverso debería ser un objetivo a perseguir.

La diversidad de especies de un jardín debe manejarse dentro los límites específicos del lugar, seleccionando plantas que compartan los mismos gustos y necesidades tales como: adaptación al clima, disponibilidad de agua y calidad del suelo. Hoy en día se oye con mucha fuerza la recomendación de uso de especies nativas. ¿Qué se persigue con ellas?, ¿por qué se han vuelto tan populares? Consientes o no del concepto de ecosistema, su popularidad se basa en el hecho de que exigen poco - porque pertenecen al lugar en donde las queremos establecer – y sobreviven bien, pues les acomoda el ambiente y encuentran sus alimentos en esa tierra.

Si bien el origen nativo de las plantas podría ser el primer filtro de selección para el jardín ideal, existe cierto rechazo hacia ellas. La principal crítica que he oído es su aspecto “silvestre”, ese que se asocia a desorden, a espacios no cuidados, aquel que no conversa con la arquitectura y estilo urbano. Frente a este planteamiento cabe preguntarse ¿cuál es el modelo de jardín que queremos tener? Quizás, por nuestro origen de colonia europea, nuestros gustos y aspiraciones se orientan hacia esos modelos de jardines franceses e ingleses, donde predominan plantas perfectamente podadas, que emulan formas geométricas de mucha precisión. Si fuese así, déjenme decirles que no se está buscando naturaleza, sino más bien elementos de decoración, porque se le pide a estos seres vivos que se comporten como si fuesen objetos.

¿Quiere tener un lindo jardín? Le recomiendo entonces que se deje sorprender por él, porque difícilmente otro espacio de su casa podrá darle tantas alegrías y satisfacciones. Escoja especies diversas y permítales formar un ecosistema. Busque que cada una de ellas lo cautive por algún atributo particular, su aroma, el color de su follaje, la explosión de sus flores, la textura de sus hojas o el color de su madera. Averigüe qué espacio requieren para llegar a ser lo más grande que pueden ser. No las intervenga ni las moldee, no las reduzca ni las limite, déjelas crecer libres, porque usted está buscando belleza y sólo la podrá encontrar si le permite a su plantas entregar todo aquello que son capaces de expresar.

La naturaleza es perfecta y la belleza está en saber apreciar esa cualidad.


 

Algunos consejos:
  1. A las plantas hay que darles el espacio necesario para lleguen a ser lo más grande que pueden ser. Averigüe siempre cuál es ese tamaño final para no intervenirlas, no moldearlas, no reducirlas, ni limitarlas.

  2. Buscar que cada una de las especies que plante tenga algo cautivador: su aroma, el color de su follaje, la explosión de sus flores, la textura de sus hojas o el color de su madera.

  3. Dejarlas crecer libres. La belleza solo se encuentra si se les permite entregar todo aquello que son capaces de expresar.


 

http://www.paula.cl/tiempo-libre/dejarse-sorprender/

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